Lámpara encendida sin ignición

Resumen

El milagro de la vida está reflejado en la unidad que nace de la pluriformidad del ser, allí se enciende la centella única que ilumina la coexistencia permitiendo que emerja la fuerza del sentido, que en muchas ocasiones viene ahogado por el sin sentido que lo aborda. El presente artículo pretende situar la reflexión en torno al hombre y el quehacer de su vida en medio de un panorama obnubilado por la vertiginosa información y ocurrencia de los acontecimientos, lo que a su paso debilita la llama de la libertad que flamea en un mundo donde cada nuevo día se ve asfixiado por el consumismo, a costa del debilitamiento de la solidaridad y la fraternidad.

Sin embargo, en medio de la tentación de sumirse en el desespero, en un acto de resiliencia, se enciende la llama de la esperanza como una lámpara con ignición propia, que ilumina más allá de la razón y la sinrazón en pos de una existencia bienaventurada. Todo esto no se puede vivir ni entender, sino en medio de la relatividad y la incertidumbre como terreno apropiado para la conquista de la verdadera felicidad que sigue siendo una posibilidad humana en el cometido de ser y hacerse en el tiempo.

En tal caso, el desprendimiento de los paradigmas inamovibles que se alojan en la memoria, se constituye a la vez en riesgo y posibilidad de conquista de libertad en el espíritu, devuelve el sentido a la vida y a las cosas en la búsqueda heterodoxa del hombre. Este proceso de resignificación, propio de la capacidad humana para el reconocimiento de sí mismo y de los demás, se enciende desde la oscuridad profunda como la llama que incluso alumbra los no lugares convirtiéndolos en oportunidad para reconstruir el sentido de lo que se es y de todo cuanto existe.